Toda la vida me ha encantado comer los productos que nos ofrece el campo. Como soy una "urbanita" desde que nací, aunque ahora que vivo en el campo intento aprender los nombres y las utilidades de las hierbas, árboles y frutos.
Como buena urbanita, lo único que he sabido distinguir en mi vida son las moras, y me encanta recolectarlas y luego hacer rica mermelada, o comermelas "in situ" si no hay suficientes.
El primer año de vivir en el campo, dediqué mis esfuerzos a las moras, pero poco a poco, preguntando y fijándome en las costumbres locales, he conseguido ir aprendiendo a recolectar más cosas.
El otoño pasado fuí capaz de distinguir los níscalos, y qué ricos están con tomatito, ¡madre mía! y al llegar la primavera, los cardillos, uff, mi madre hace un guiso de cardillos con ajito que se te saltan las lágrimas...Durante todo el año utilizo el romero pues tengo una planta en la puerta de la cocina que me llama, además de melisa para las infusiones, tomillo, salvia, menta, hinojo, orégano, borraja, apio, todo eso crece en mi jardín.
Ya está floreciendo el frambueso y los fresones pronto echarán algún fruto, que se comerán los niños si llegan antes que sus amigas las hormigas.
Pero lo que he descubierto este año, la naturaleza no deja nunca de sorprenderme, son las CORUJAS (o perifollo), un manjar que nos ofrecen los rios de agua corriente, parecido a los canónigos, pero en pequeñito...y aunque es una "paliza" limpiarlas, luego merece la pena disfrutar de su intenso sabor.
Es increíble todo lo que tiene que ofrecernos la naturaleza, ¿habrá que cuidarla más, no?
A mi las corujas me las enseñó María, una abuela de aquí de Garganta, y también los esparragos de nuez, que crecen silvestres entre las zarzas.Cuando quieras vamos a recolectar.
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