jueves, 18 de febrero de 2010

Y tú ¿cómo meditas?


Ayer fuí a un curso de pasta fresca. Siempre me atrae todo lo que sea aprender a hacer las cosas en casa, es una atracción extraña puesto que luego, a efectos de "tiempo" (el tiempo es oro, dicen...), siempre requiere un esfuerzo adicional. Me gustó el hecho de tener que amasar con tus manos la harina con el agua, pero me dió la sensación que era más de media hora sólo el proceso de amasado. Pero, si por media hora de mano de obra ya no te cobran menos de cuarenta euros en ningún lado...y un paquete de espaguetis vale en el mercado 0,60€ ¡como mucho!. Además, si lo quieres hacer un poco bien, necesitas una máquina que aplasta la masa y corta el espagueti que vale unos 50€. Caro y costoso, aún así, hay gente como yo que tiene el vicio tonto de hacer las cosas en casa.
También hago quesos, pan, y conservas con los productos del huerto, igual, mucho tiempo, dedicación y ¡se comen en menos que canta un gallo!
La única explicación que le encuentro es que sabe todo más rico, ¿porqué? Pues no sé, será que las cosas hechas con esfuerzo se valoran más.
Creo que es una cualidad humana, buscar la esencia de las cosas, aprender a hacer las cosas con las manos, cada uno tiene una llamada: a unos les gusta pintar, a otros cocinar, a otros hacer páginas web, a otros cultivar un huerto, a otros arreglar el coche... En el fondo, cada una de estas cosas es una forma de meditación, cada uno tiene la suya, cada uno necesita una actividad que le llene y cada uno crea su pequeña obra en la que recrearse, en la que sentirse, en la que ofrecer lo que lleva dentro.
Esta tarde: ravioli rellenos de queso, meditación a la carta.

3 comentarios:

  1. ¡Jolín! ¡Qué rico! Lástima no estar más cerquita para acercarme a gorronear un poquillo jajaaaaaaaa (todavía Pedrito me pregunta que cuándo nos va a dar la tía Pam otro botecito de mermeladaMmmmmmmmmmmmmm!). Este sistema tuyo de meditación es genial. Yo ya sabes que escribo algún cuentecillo de vez en cuando o me voy a caminar (pero conscientemente, intentando vivir el AHORA) y, aunque ninguna de estas dos opciones es tan productiva como la tuya (jeej sobre todo, lo de los cuentos), sí tiene esa función: llevarnos a disfrutar del momento (los olores, los colores...), sin pensar en ayer o mañana, cosa necesaria para encontrarnos un poquito a nosotros mismos.
    Ah! Ya he metido mi Wrapsack en la red! jeje Se llama Pam, en tu honor. Me da pena desprenderme de él, pero bueno, tal vez después de mucha meditacióooooooooonnnnn... :-)

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  2. Un conocido que estudiaba medicina comentó un día que el ser humano estaba condenado a cambiar sus manos de 5 dígitos por una especie de mano acuática que unía los dedos con membranas, debido a la tendencia de desarrollar cada vez menos trabajos manuales. No volví a verle después de vaticinar semejante tontería, pero supongo que no ejercerá la medicina (o quizás si, la occidental). De todos modos, me acuerdo de vez en cuando de este comentario al ver lo denostados e infravalorados que están los trabajos manuales, al menos en estas latitudes, acostumbrados a comprarlo todo hecho. En concreto la comida, y cuanto más elaborada y más fácil de engullir mejor. Hasta el simple hecho de abrir una lata y calentarla nos parece tedioso, por el simple hecho de tener que realizar dos esfuerzos manuales. Me encanta cocinar, me relaja muchísimo, y desde que vivo en la sierra, donde resulta más apetecible aún aprender a hacer pan, queso, conservas, etc, aún me gusta más. Y mientras preparo una masa, además de sentirme satisfecha por utilizar ingredientes ecológicos y contribuir algo menos al efecto invernadero, me siento como más humana, por recuperar la capacidad de crear con las manos.

    Hace un tiempo leí La Inmortalidad de Milan Kundera. En un fragmento del libro, para hablar de los tiempos que vivimos peligrosamente, compara un camino con una carretera. En la actualidad la vida se ha convertido en una carretera, un simple obstáculo que hay que superar a velocidades cada vez mayores. Sin embargo en el mundo de los caminos la belleza es ininterrumpida y constantemente cambiante; a cada paso nos dice: deténte! así es como nos gusta hacer el pan en casa, detenidamente.

    Julia y yo vamos a proceder a meditar un rato: ella embadurnada de harina en la mesa de la cocina, y yo observando desde los fogones. Después de lo que hemos leído, nos sentiremos más acompañadas!

    Muchos besos y gracias :)

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  3. Gracias Carol por este comentario.
    Yo a veces me siento, no como si recorriera una carretera, sino como si fuera por un circuito de carreras dando vueltas y vueltas en pos de un supuesto "trofeo", cuando ciertamente, el trofeo es cada tramo recorrido de manera consciente, sintiendo, disfrutando a cada paso.
    No solo la meditación, sino gente como vosotros hace que la vida sea más apacible, que el camino en vez de asfaltado sea un sendero.
    Gracias a ti, un beso grande.

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